Colección LUIS CORNEJO
Luis Cornejo: hacia una narrativa proletaria
Testigo de la miseria desde su infancia, Luis Cornejo Gamboa es uno de los pocos creadores chilenos que surge desde los sectores proletarios. Nacido en el barrio Vivaceta, fue maestro de la construcción y maestro instalador de azulejos. Sus inclinaciones artísticas lo llevan a vincularse un hombre que comienza su inclinación por las artes con el teatro, y a los 25 años publica un libro clave de la narrativa social chilena, Barrio Bravo (1955), compuesto por seis cuentos de una dureza escalofriante basado en sus propias experiencias de vida en los barrios marginales de Santiago.
En 1960 ingresse incorpora aando a Cine Experimental de la Universidad de Chile, donde se encarga de la producción en obras germinales del Nuevo cine chileno tales como Yo tenía un camarada (Helvio Soto, 1964) y Aborto (Pedro Chaskel, 1965). Dirigirá en 1962 el documental La Universidad en la Antártica, con la magistral fotografía de Patricio Guzmán Campos, en la cual es capaz de hibridar el documental científico con el retrato identitario en las condiciones más extremas del planeta. Su primera película de ficción la realizará en 1965, Angelito, cortometraje protagonizado por Sara Astica. En éste propone un relato sobre el subdesarrollo estructural de la sociedad chilena: una empleada doméstica es despedida debido a que su pequeño bebé incomoda a los patrones, forzando así a que la desesperada madre entregue a su hijo en custodia. Será también en la Universidad de Chile que encabezará la producción de una película emblemática como El chacal de Nahueltoro (Miguel Littín, 1969), cuya pericia permitirá filmar escenas de gran realismo, gestionando locaciones tales como lenocinios y casas campesinas al interior de Chillán, retratando no solo los mundos de pobreza que habitan los protagonistas de la película, sino testimoniando las precarias condiciones de vida de una sociedad desplazada.
Fue a meses de haber sido electo Salvador Allende como presidente, que Luis Cornejo estrena El fin del juego, su primer y único largometraje. Aquellos que pensaban en una película militante, se vieron desalentados al enfrentarse a un drama de clase media que terminóLa película, que se creía iba a ser un intento de profundizar en aspectos sociales patentes en aquel álgido periodo, fue ignorada por un periodismo mezquino. La película se centra en la clase media santiaguina y la lenta decadencia de un vividor, otrora perteneciente a las clases acomodadas de la capital, pero que ha dilapidado su fortuna en veleidades superficiales, usufructuando del dinero y comodidad que le brinda su esposa, ensalzando el rol de la mujer al igual que en Angelito. El fin del juego es una crítica muy dura interpretado por Calvin Lira). Muy por el contrario, en vez de abordar la vida marginal, trata al tema del arribismo y al cinismo de las clases medias altas, y su la “pequeña burguesía chilena”, cotono paródico está orientado a desnudar un clasismo subyacente de una sociedad exitista y superficial.
Ese mismo año Cornejo pasa a trabajar a la empresa estatal Chilefilms, produciendo noticieros y documentales en 16mm destinados a ser proyectados en las poblaciones. Su última película quedó inconclusa, un documental sobre la vida del dirigente social Luis Emilio Recabarren realizado en el norte de Chile. Tras el golpe militar, Cornejo pierde su trabajo y debe vivir desempeñando diversos trabajos fuera del mundo de las artes, aunque reedita Barrio bravo y publica nuevos libros de forma autogestionada, vendiéndolos de manera independiente en la Plaza de Armas o en San Diego. El 17 de noviembre de 1992, Cornejo fallece mientras escribía un libro autobiográfico, actualmente inédito.