Colección Marilú Mallet
Acerca de Marilú Mallet
Hace 50 años partía rumbo al sur de Chile una joven arquitecta con estudios de cine decidida a realizar su primera película. No era este el primer gran viaje que realizaba: ya había recorrido profundamente América Latina, producto de su deseo de conocer las distintas culturas que conviven en nuestros territorios, descubriendo y enamorándose del rostro de la gente, reconociendo su propia identidad en sus vidas y reafirmando su visión latinoamericanista en un continente que estaba viviendo grandes cambios políticos. Perú, Panama y Cuba se convierten en estaciones fundamentales en su afán de entender dichos procesos socioculturales y en afianzar un futuro correlato cinematográfico bajo su propia mirada.
Acompañada solamente por su cámara Bolex 16mm comprada justamente en sus viajes por Latinoamérica, en 1972 acude a territorio mapuche para filmar su primera película: Amuhuelai-mi, cortometraje en donde fija su registro en esa profunda pobreza que ya había conocido en sus viajes por el continente, explicitando como el enajenamiento de sus territorios ancestrales ha obligado a muchos mapuche a emigrar a Santiago. Así, fuera de su entorno, esta gente de la tierra termina en una tierra ajena, trabajando para otros e incluso cambiando sus nombres para no ser discriminados. Amuhuela-mi significa “ya no te irás” y cierra con la esperanza de una Unidad Popular como agente de cambio de esta situación.
Sin embargo, y dolorosamente, el Golpe de Estado de 1973 en Chile no sólo significará el fin de ese anhelo de cambio, también la instalación y profundización de un modelo capitalista que profundizará aún más en las desigualdades sociales y combatirá las diferencias a dicho modelo implantado fusil en mano.
Marilú Mallet será una de las miles de compatriotas que deberá partir al exilio, y al igual que los mapuche de su primer cortometraje, deberá partir a una tierra ajena. Canadá será su destino, asentándose en Quebec, epicentro de un cine documental que desde fines de los años 50’s había revolucionado el mundo utilizando la cámara como un catalizador de situaciones. Ella, una mujer chilena exiliada, nuevamente estará en medio de procesos históricos de cambio, al igual que en sus viajes previos a Latinoamérica y sus vivencias en Chile. Trabajará en una serie de oficios audiovisuales, hasta que surge la oportunidad de trabajar en un primer largometraje compuesto por tres historias realizadas por chilenos en el exilio. Es a partir de su propio trabajo pero también de la experiencia de vivir el machismo en dicho proceso que Marilú Mallet comenzará a realizar un cine a contracorriente del modelo latinoamericano imperante, con una propuesta cinematográfica centrada en la reflexión sobre cómo y cual ha sido la expresión de las mujeres en un mundo dominado por los hombres, trocando aquel cine declamativo, de los grandes temas, por el mundo íntimo, el mundo del detalle, el mundo donde los hechos secundarios pasan a ser los importantes. Journal inachevé (Diario inacabado), que inicialmente surge como un proyecto de correspondencia fílmica entre ella y Valeria Sarmiento, se transformará en una película clave en la historia del cine, formando parte de programas universitarios de todo el mundo y siendo reseñada en decenas de libros. Desde aquel entonces, su cine se caracteriza por conjuntar lo íntimo y lo colectivo, con un especial énfasis en como distintas generaciones constituyen una identidad tanto familiar como a nivel nación, en como la confluencia de culturas produce cruces pero también malos entendidos comunicacionales y que por tanto el cine puede mostrar esas diferencias sin caer en lo grandilocuente o lo trágico, sirviendo de puente para aproximar a las personas, captando el comportamiento humano a través de una cámara y puesta en escena preparados especialmente para generar esa revelación, esa apertura de las personas, y a través de ellas, de la propia Marilú, que logra rescatar su propia identidad y reconstruir su propia historia a través de ellos.