Colección Valeria Sarmiento
Representaciones de un sueño como de colores
“Un Sueño Como en Colores”. Lo que podría ser el nombre de una novela rosa, de una canción de radio A.M o de un programa infantil, fue en realidad el título de la primera película de Valeria Sarmiento. Realizada en 1972 en plena polarización social y política chilena, el cortometraje documental ponía en el centro del relato a un grupo de mujeres. Si eso ya iba a contracorriente del cine latinoamericano dominante en el período (realizado por hombres que buscaban ensalzar la figura del llamado hombre nuevo) a su vez contenía un nuevo quiebre al rescatar la figura de la mujer trabajadora, pero no de cualquier trabajo, ya que eran striptiseras. Aquella colorida obra ya contendría las que serían las constantes de su futura filmografía: la agudeza de ver más allá de lo manifiesto, el trabajar a contramano de la posición oficial, la capacidad de revisar y cuestionar los roles preestablecidos, el protagonismo femenino fuera de norma y también, y lamentablemente, la amenaza de la invisibilización o incluso la desaparición, ya que hablamos de una película que al igual que sus siguientes tres cortometrajes durante la UP e incluso algunas de sus obras posteriores, son hasta hoy inencontrables.
Luego del golpe militar Valeria se exilia en Francia, intentando llevar el duelo y a la vez reiniciar su carrera cinematográfica en un país ajeno y sin recursos. En 1975 realiza un cortometraje de bajísimo presupuesto protagonizado por la actriz Carla Cristi, quien interpreta magistralmente el rol de una mujer burguesa en plena Unidad Popular. “La Dueña de Casa” a primera vista podría parecer una comedia negra, sin embargo su importancia radica en cómo la cineasta logra traducir el horror y equilibrarlo con humor, sin abandonar ninguna de ambas vetas. Lo que podría parecer a primera vista la caricatura de una mujer de derechas es en realidad un fiel retrato de señoras alienadas en su propia construcción de realidad durante el gobierno de Allende. Quizás unidas frente al espejo, pero en lados contrarios del mismo, existiría un puente entre las alegres mujeres de “Un Sueño Como en Colores” con esta “Dueña de Casa” que inicia su vida en pantalla maquillándose ante nosotros. Esa posible continuidad también es temática, como si el gesto y título de su primera obra la siguiese acompañando, ya que a partir de allí su filmografía se basará en representaciones que se nutrirán del folletín melodramático tan propio de Latinoamérica, la música popular, la mirada de la mujer y la niñez, tópicos que podríamos ver como derivaciones de aquel sueño como en colores.
En 1982 realizará una obra absolutamente pionera y adelantada. Concadenando imágenes de una serie de animales en su entorno salvaje, hasta romper ese estado natural con la irrupción del hombre dominando a las bestias, Valeria Sarmiento realiza un verdadero estudio de la iconografía latinoamericana y los roles de género derivados de dicha instauración, inculcados desde la canción, el cine, el colegio y las propias familias. “El Hombre Cuando Es Hombre” a través de simples detalles y entrevistas a niños, jóvenes y adultos, va fraguando un normalizado y escalofriante estado de situación sobre el deber ser masculino y la violencia inherente en ello. Realizada en Costa Rica pero extrapolable a todo nuestro continente, el documental tiene una feroz actualidad al desnudar un machismo que muchas veces se disfraza de romanticismo.
Diez años después realizará en Cuba una obra que desde los testimonios de infantes y la filmación de sus acciones ahondará en los mecanismos normativos ya expresados en su anterior película. “El planeta de los niños” es un estremecedor documental por la forma que encuentra su directora para evidenciar el proceso cubano desde temprana edad. Fidel Castro crea en 1979 una serie de establecimientos educacionales para preparar a los que serán los hombres y mujeres del futuro, en los oficios que necesita la Cuba revolucionaria. Niñas y niños con discursos de gente adulta, ejerciendo oficios de gente adulta en el colegio, en las llamadas Escuela de Pioneros. La película inicia con sus protagonistas jugando, para luego ir presentando a una serie de ellos junto a sus aprendidos oficios y las aprendidas disertaciones asociadas a dichos trabajos. Sarmiento se toma el tiempo necesario para ir paso a paso presentando este jugar a ser mayores, mostrando un adoctrinamiento que logra interrumpir con las tímidas risas infantiles que surgen cuando se quiebra el discurso, hasta llegar en su tramo final a ese escalofrío propio de lo inevitable.
Con estos tres títulos realizados en el exterior, FICValdivia inicia la Colección Valeria Sarmiento, esperando sumar más obras en el futuro para contribuir al conocimiento de una notable, pero a la vez poco difundida filmografía, que desde distintas partes del mundo y utilizando elementos idiosincráticos de aquellos territorios, nos los representa dándonos una nueva perspectiva de los mismos.